Caso Winckler: Veracruz pierde (Margensur)

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Alejandro Saldaña Rosas

Profesor investigador de la Universidad Veracruzana

Twitter: @alesal3 / Facebook: Alejandro Saldaña

 

Caso Winckler: Veracruz pierde

Jorge Winckler Ortiz es todo, menos un fiscal independiente. El abogado que cobra como Fiscal General del estado de Veracruz es un hombre al servicio del ex gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, lo que en gran medida explica la parálisis que en materia de justicia se vive en la entidad. No lo digo yo, sino quienes poseen toda la autoridad moral para cuestionar el trabajo del fiscal: los colectivos de familiares de desaparecidos, quienes (con la salvedad de uno), fundamentada y sistemáticamente, han evidenciado que Winckler tiene muchas otras prioridades antes que atender la emergencia humanitaria en Veracruz.Winckler fue puesto en el cargo por Miguel Ángel Yunes Linares con dos objetivos muy precisos: i) cuidarle las espaldas de sus tranzas y las de sus cómplices; y ii) contribuir, desde la fiscalía, a que el junior Miguel Ángel Yunes Márquez asumiera la gubernatura. Perdida la elección de su chiquito ante Cuitláhuac García Jiménez, el ex gobernador Yunes Linares opera con todo lo que tiene para que Winckler permanezca en el cargo cumpliendo la misión para la que fue nombrado: velar por los intereses de la familia Yunes Linares y la cúpula empresarial y política beneficiada durante su mandato.

Winkler Ortiz fue nombrado Fiscal General por el Congreso del Estado (con 38 votos del PAN, PRD y PRI) en diciembre de 2016, y de acuerdo con la normatividad su cargo dura hasta el año 2025. Habida cuenta los pésimos resultados de Winckler al frente de la fiscalía, es evidente que Veracruz no puede soportar otros siete años de falta de impartición de justicia, negligencia, vacuidad, intolerancia e impunidad. El que fue (lo sigue siendo) abogado de la familia Yunes ha demostrado que su lealtad es hacia su jefe político, no hacia las y los veracruzanos. La profunda crisis en materia de impartición de justicia que padece Veracruz se debe, en mucho, a las omisiones, yerros y complicidades de la fiscalía encabezada por el sucesor en el cargo de Luis Ángel Bravo Contreras (detenido), el llamado “fiscal verduritas”, Jorge Winckler Ortiz.

Los saldos de la gestión de Winckler son ominosos. Al menos hay cinco grandes rubros en los que sus “resultados” son decididamente negativos:

1. La pésima integración de las carpetas en contra de funcionarios duartistas, que incluso ha permitido que varios de ellos sigan sus procesos en la calle (Arturo Bermúdez, Mauricio Audirac, Francisco Valencia, Flavino Ríos, entre otros). La actuación de la fiscalía ha dejado mucho que desear y muy probablemente se trate de eso, una actuación.

2. Los feminicidios en Veracruz no cesan y los detenidos, procesados y castigados por tal delito son muy pocos, en proporción a la magnitud del problema. La impunidad alienta el delito. Por otra parte, la negligencia de Winckler Ortiz queda de manifiesto si observamos que la SEGOB emitió la Alerta de Violencia de Género (AVG) en noviembre de 2016 (unos días antes de que Winckler asumiera el cargo) y no fue sino hasta más de dos años después que la fiscalía tomó cartas en el asunto creando la que llama la Unidad de Análisis y Contexto, a efecto de dar cumplimiento a las observaciones de la AVG. En esos dos años fueron asesinadas más de 400 mujeres (http://www.e-veracruz.mx/nota/2019-02-06/estado/fge-aplazo-2-anos-evaluacion-de-violencia-contra-mujeres).

3. Las denuncias presentadas por la Coalición de Pensionistas Independientes del Estado de Veracruz (Copipev) en contra del Consejo Directivo del Instituto de Pensiones (IPE) no han tenido ningún avance. El tema no es menor puesto que están en juego las pensiones de cerca de 30 mil familias veracruzanas que han visto el dinero producto de su trabajo de muchos años en riesgo, debido al quebranto financiero de la institución. Winckler no ha estado a la altura de las exigencias de las y los pensionados.

4. La efectividad de la fiscalía veracruzana, en comparación con otras del país, está en los últimos lugares (vea usted las cifras para 2018: https://www.impunidadcero.org/impunidad-en-mexico/assets/pdf/15_Impunidad_Cero_Ranking_de_procuradurias.pdf). Los dislates, los yerros, la inoperancia, inclusive la complicidad de la institución dirigida por Jorge Winckler con los criminales está documentada, es pública y pesa como fardo en la ciudadanía y sus exigencias de justicia. Las evidencias no dejan lugar a dudas: Winckler es un pésimo fiscal cuyos desatinos (ineludibles en su función de tapadera de corruptos y criminales) son altamente perjudiciales para el estado.

5. El déficit más notorio y lacerante de la fiscalía de Winckler es con los colectivos de familiares de desaparecidos. El fiscal veracruzano no solamente ha sido profundamente insensible, altanero y hasta procaz con los familiares de los colectivos, sino también omiso y hasta cómplice de los responsables de las desapariciones y las desapariciones forzadas. Lejos de cumplir con su obligación, Winckler ha sido un pesadísimo obstáculo en la muy compleja búsqueda de los miles de desaparecidos en Veracruz. Su función de obstáculo-tapadera queda de manifiesto cuando ha sido incapaz de dar el número exacto de desapariciones ocurridas durante el gobierno de su jefe, Miguel Ángel Yunes Linares; además, durante su gestión los avances en la búsqueda de los desaparecidos se han logrado a pesar de la fiscalía, no gracias a ella. El desprestigio de Winckler ante los colectivos de familiares de desaparecidos es tal que incluso se han sumado a las voces que claman por llevar a juicio político al abogado de Yunes Linares.

La lista de agravios cometidos por Winckler en contra de las y los veracruzanos podría extenderse mucho más. Lo que es muy claro es el abrumador rechazo social que concita. No podría ser menor, toda vez el muy lamentable estado en que se encuentra la impartición de justicia en Veracruz. No exagero en lo absoluto: la justicia en el estado sigue siendo una deuda del Estado con la sociedad.

En este escenario se entiende que el juicio político en contra de Winckler Ortiz no sea sencillo: hay demasiados intereses en juego. Por lo pronto, la votación en el Congreso de Veracruz para proceder al juicio político se pospuso indefinidamente, lo que muchos analistas han leído como una derrota del gobierno de Cuitláhuac García y de la bancada de Morena. Discrepo: es una derrota para las y los veracruzanos. Cada día que Winckler siga en el cargo velando por los intereses de su patrón y sus allegados, perdemos todos: pierde Veracruz.

No sé si a los morenos les ha faltado operación política en el Congreso o al Secretario de Gobierno, Eric Cisneros, se le ha hecho bolas el engrudo, en mi opinión aislar a Veracruz del contexto nacional es un enorme error. Desde mi perspectiva, estamos ante un choque de proyectos políticos de largo aliento: por una parte, el viejo y profundamente corrupto y criminal régimen representado por el PAN-PRI-PRD-MC y aliados de oportunidad que se niega a fenecer, y por el otro, la esperanza (no exenta de enormes desencantos) del proyecto encabezado a nivel federal por AMLO y en nuestro veracruzano domicilio por Cuitláhuac García. No todo es blanco y negro, desde luego, pero obviar los polos desde donde se construyen los matices es igualmente absurdo.

En otras palabras: la permanencia de Winckler en la fiscalía de Veracruz significa la preservación de la impunidad, la corrupción y la violación del estado de derecho. Las diputadas y diputados que se opongan a su juicio político, a cambio de un plato (muy bien servido) de lenteja$, estarán sentenciado su carrera política, su integridad profesional y su ética como representantes populares.

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