Barrabás y Gestas andan sueltos

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Washington – En las redes sociales surge constantemente la pregunta de si habrá nuevas y mayores investigaciones respecto a ex funcionarios del gobierno federal que saquearon las arcas del Estado.

 

La respuesta lógica debería ser un sí rotundo. El caso de Rosario Robles es fundamental para dar seguimiento a los inmensos casos de corrupción gubernamental en el sexenio de Enrique Peña Nieto.

 

Jalar el hilo de esa madeja permitiría a la sociedad mexicana sentir que por primera vez se harán bien las cosas respecto a los responsables de la pobreza que nos aqueja. El presidente Andrés Manuel López Obrador tendría la obligación de garantizar que no queden impunes los casos de enriquecimiento ilícito de tantos y tantas en el sexenio pasado.

 

El debido proceso en las investigaciones es indispensable, como lo es la aplicación de la justicia. Robles no es la única. La Fiscalía General de la República (FGR) está saturada de expedientes pendientes como el de la Estafa Maestra, que ha permitido, al menos por ahora, mantener temporalmente en la cárcel a la ex secretaria de Sedesol.

 

Se me vienen a la mente muchos nombres de ex funcionarios que tendrían que ser investigados. La ansiedad por verlos tras las rejas en ocasiones nos ciega y caemos en el error de olvidar el debido proceso de cualquier causa judicial. La carencia por décadas de un sistema gubernamental justo y parejo nos hace dudar de que habrá justicia.

 

Hay que entender que para jalar el hilo de una madeja de corrupción se requiere tiempo y buenos investigadores para evitar cualquier error y fiasco. Una acusación perfectamente fundamentada garantiza que esos rateros de cuello blanco sean castigados. Es claro que la Secretaría de Hacienda es la caja de Pandora para llevar a cabo las pesquisas, determinar el nivel de corrupción y castigar a los responsables del saqueo nacional en el sexenio de Peña Nieto.

La FGR requiere de la cooperación de los gobiernos estatales, que son una pieza importante para la impartición de justicia.

 

A la luz del caso de la Estafa Maestra se mencionan nombres como el de José Antonio Meade, ex secretario de Hacienda y ex candidato presidencial del PRI. Saber lo que hizo o dejó de hacer Meade en relación con Rosario Robles tiene sentido. Por igual, debemos saber si otro ex titular de Hacienda en el sexenio peñista, Luis Videgaray, omitió hacer cumplir la ley en otros asuntos de corrupción. El caso Chihuahua está vivo y libre está el ex gobernador de esa entidad, Cesar Duarte.

 

Tendemos a olvidar asuntos que cuando aparecieron en la prensa provocaron la indignación nacional. Desconocemos que tan inmiscuido estuvo Videgaray en el desvío de cientos de millones de pesos del presupuesto federal para el financiamiento de campañas proselitistas del PRI. La corrupción en Pemex no empieza ni termina con Emilio Lozoya Austin. La tapadera de muchos involucrados en la corrupción dentro de la paraestatal debe tener nombre y apellido y haber desempeñado un papel preponderante en el gabinete de Peña Nieto.

 

Es posible que entre tanto corrupto que trabajó en el gobierno del ex presidente exista una paloma. De esto emana precisamente la urgencia de llegar al fondo en las investigaciones sobre corrupción.

 

Videgaray huele a tapadera y a podrido. El gobierno de AMLO tendría que ayudarnos a conocer si el ex secretario de Hacienda es la paloma o el zopilote que se comió las evidencias de la rapiña.

 

Frente a la profunda pobreza de millones de mexicanos, es ofensivo que ex secretarios de Estado vivan en la opulencia, viajen por el mundo entero haciendo gala de su arrogancia y se burlen de la justicia con sus lujos mal habidos. Urge la coladera para limpiar el trigo de lo podrido del sistema. Las poblaciones que han pagado las consecuencias de los delitos de corruptos son un recordatorio de la impunidad.

Deben existir estadísticas en el país sobre el número de personas, adultos mayores, niños y niñas, mujeres embarazadas, que perdieron la vida por la falta de dinero para recibir asistencia médica adecuada. Ese dinero que no hubo o que no llegó puede ser que esté guardado en una cuenta bancaria en el extranjero a nombre de ex funcionarios del gobierno de Peña Nieto, o que haya sido invertido en propiedades suntuosas en cualquier parte de México o de cualquier otra nación.

 

No abogo por una crucifixión multitudinaria. Exijo que se investiguen todos los casos y que se aplique la justicia con el debido proceso, nada más.

 

Rosario Robles no es ni debe ser la Magdalena de la pasión de corruptos. Gestas y Barrabás andan sueltos, agárrenlos.

 

 

 

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