Ícono del sitio Rompeviento

Apostolado y ejemplo de Miroslava

J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

 

 

 

Apostolado y ejemplo de Miroslava

 

Washington – La ejecución de la querida colega Miroslava Breach Velducea nos recordó a quienes ejercemos este apostolado del periodismo que los políticos y el crimen organizado nunca dejarán de echar mano del plomo y de la violencia para callar las voces críticas que denuncian la corrupción y sus actos delictivos.

La indolencia del gobierno de Enrique Peña Nieto ante el asesinato de Miroslava en Chihuahua es un recordatorio de que los políticos y los criminales quieren silenciar al auténtico periodismo que exige la rendición de cuentas de los servidores públicos y el bienestar de un país tan golpeado como el nuestro. Imposible que lo logren.

Cierto, ahora estamos dolidos y ensangrentados pero no vencidos. El esclarecimiento del crimen de Miroslava y el castigo a sus asesinos es tarea obligada de Javier Corral, el gobernador de Chihuahua, y del gobierno de Peña Nieto.

Tres periodistas asesinados en México en menos de un mes es demasiado. ¿Qué clase de democracia somos?

Ahora sabemos que Miroslava estaba amenazada y que no por valentía, sino por dignidad y decisión propia, rehusó hacer de su caso un tema de publicidad. Ella no confiaba, como muchos no confiamos, en los mecanismos que el gobierno ha instrumentado para proteger a los periodistas.

Fiel al apostolado, Miroslava siguió reporteando e investigando para denunciar la situación de seguridad tan grave que vive Chihuahua. Lo pagó con su vida. Esa osadía de Miroslava no nos intimida, al contrario, nos reta y nos motiva a seguir haciendo un trabajo profesional y sin cortapisas ante un sistema gubernamental tan corrupto como el que tenemos. Con plumas, micrófonos, cámaras y fotografías, los reporteros no podemos enfrentar al narcotráfico y al crimen organizado. Los bajos instintos de estos criminales no están en entredicho, en duda está la labor del gobierno para combatirlos y defender a la prensa que es fundamental para una democracia tan socavada como la mexicana.

Gracias a la pluma y al profesionalismo de colegas como Miroslava, los gobiernos reaccionan parcialmente a la crisis de seguridad y de violencia que nos aqueja. Provoca escalofrío imaginarse cómo serían México y estados como Chihuahua sin reportajes como los que hacía Miroslava.

Que no se equivoquen quienes nos critican por exigir con tanta vehemencia justicia para Miroslava. Los periodistas no somos ciudadanos de primera clase ni valemos más que cualquier persona abatida todos los días por la imparable ola de criminalidad.

Todos los crímenes tienen que ser esclarecidos y castigados quienes los perpetran y llevan a cabo. Pero, insisto, ¿cómo se entera la nación de los abusos gubernamentales y del imparable deterioro social por la violencia, por el narcotráfico y en general por el crimen organizado? Por la prensa, y no se trata de rasgarse las vestiduras ni de crear o inventar mártires.

Queremos justicia, que el gobierno asuma responsabilidades y que la sociedad se indigne y nos acompañe en esta demanda.

Lo que no queremos los reporteros, o por lo menos muchos de mis colegas que comulgan conmigo en esto, es que México sea inmune al dolor y que cada vez más nos acostumbremos a los muertos.

 

Salir de la versión móvil