El presidente en su muro

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

 

 

El presidente en su muro

 

Washington – La promesa de construir un muro en la frontera sur de su país para detener la inmigración indocumentada y el flujo de drogas ilícitas, y además financiado por México, increíblemente contribuyó a que Donald Trump ganará la presidencia de Estados Unidos en 2016.

Obsesionado y frente a una realidad política que desconocía, Trump irónicamente podría ver truncados sus planes de reelegirse en los comicios de noviembre de 2020, precisamente a causa del muro fronterizo que no ha logrado edificar tal y como lo prometió a la base electoral que, ciega y sorda, lo llevó a la Casa Blanca.

El triunfo de los demócratas en las elecciones de noviembre pasado, que los encumbró nuevamente como mayoría representativa en una de las dos cámaras del Congreso federal, es un obstáculo no sólo para la reelección de Trump sino para que se amuralle la frontera con México. Nancy Pelosi, presidenta y líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, tiene la disposición de usar todo el capital político y legislativo a su alcance para evitar que Trump se salga con la suya respecto a su promesa de la valla limítrofe en el sur, y para propiciar la derrota republicana en noviembre del próximo año.

A Trump nada le importa excepto su reelección, provocando el cierre parcial del gobierno federal que lleva más de 20 días paralizado porque no acepta la realidad de que Pelosi, los demócratas y un vasto número de republicanos se niegan a darle los 5,700 millones de dólares que pide para construir el muro fronterizo.

Por capricho de Trump, unos 800 mil empleados del gobierno federal no pueden regresar a sus puestos de trabajo. Lo peor es que no han podido cobrar su salario debido a la parálisis presupuestal.

Arrogante y necio, Trump sostiene que la población estadounidense lo apoya en mantener como rehén al gobierno hasta que los demócratas le den el dinero que pide para el muro, que primero dijo sería de concreto y pagado por México y hoy asegura que es mejor que sea construido con acero y financiado indirectamente por México a través de un acuerdo comercial que incluye a Canadá y que no ha sido ratificado ni por el Capitolio.

Los efectos políticos del impasse entre la Casa Blanca y los demócratas ya empiezan a salir a la luz. Este fin de semana, una encuesta del periódico The Washington Post y un sondeo de la cadena de televisión ABC arrojaron un resultado devastador para las aspiraciones del presidente.

La encuesta recoge que el 53 % de los estadounidenses no sólo responsabilizan a Trump y a los republicanos por el cierre del gobierno, sino que no le compran su argumento de que el muro en la frontera con México es necesario y crucial porque el país está amenazado por una crisis migratoria de emergencia nacional, representada por miles de migrantes centroamericanos que buscan asilo político por razones humanitarias. De acuerdo con la encuesta, sólo el 29 % de los estadounidenses culpa a los demócratas del caos.

Como colofón, el Washington Post y ABC registran a un electorado dividido respecto al plan constructor de Trump en la frontera. El 54 % se opone a la muralla de acero o concreto y el 42 % la quiere.

Los costos políticos por el cierre del gobierno son el arma letal para aniquilar las aspiraciones de Trump, pero también los hay económicos. Los cálculos del propio gobierno federal estiman que hasta el momento el anquilosamiento le ha costado al erario unos 3,600 millones de dólares.

Los demócratas están dispuestos a darle a Trump 1,300 millones de dólares para que se entretenga con el tema del muro y para que los reparta también en otros aspectos de la seguridad fronteriza. El mandatario se niega a la realidad de la urgencia de reabrir el gobierno. Se aferra en exagerar e inventar la problemática migratoria, acusando sin fundamentos a la inmigración indocumentada de todos los males en su país. La encuesta citada arriba expone que la mayoría de sus conciudadanos no ha caído en su trampa.

El entrampado es él. Su ambición inmobiliaria para la frontera puede ser su ruina. El cierre del gobierno federal ha sido el despertar de los estadounidenses que ahora, tarde, aceptan que se equivocaron en noviembre de 2016. Los gritos desquiciados de Trump se han quedado sin el eco y la resonancia que esperaba.

Hace bien el presidente Andrés Manuel López Obrador en no caer en las provocaciones de Trump. México, sabíamos todos, nunca iba a pagar por el muro. Dejemos que la realidad y la verdad caigan por su propio peso. ¡Good luck, Mister Trump!

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