INE y el fraude Márgara

J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

 

 

 

 

 

 

INE y el fraude Márgara

 

 

 

 

Washington – Tenemos décadas de denunciar y quejarnos de los fraudes electorales a los que hemos sido sujetos. Se suponía que el INE debía ser el ente regulador que nos protegería de ellos.  

En la mente de millones de mexicanos permea el temor de que las elecciones presidenciales de este primero de julio sean las más amañadas de la historia por la intervención del Estado para intentar imponer como vencedor a José Antonio Meade, el candidato del PRI, de Enrique Peña Nieto y del eterno aprendiz de canciller, Luis Videgaray. 

El Instituto Nacional Electoral (INE) acaba de demostrar que su ‘impoluta’ posición arbitral en los comicios es una contradicción de la defensa de los fundamentos democráticos para la que fue creado. 

El fallo del INE de permitir que Margarita Zavala aparezca en la boleta electoral como la primera candidata independiente a la presidencia de México es una ignominia en la democracia mexicana. 

Zavala demostró que cometió fraude en su proceso de recolección de las firmas que la ley le exigía ante el INE para calificar como candidata independiente. La esposa del expresidente Felipe Calderón, y ex correligionaria panista, cometió FRAUDE con más de 700 mil firmas recabadas. Es decir, Zavala incurrió en un delito. 

Un crimen de esa magnitud, en cualquier proceso electoral con un ente regulador auténticamente imparcial y comprometido con la aplicación de las leyes, significaría la descalificación automática e inmediata de la aspirante a ocupar la silla en la que durante seis años se sentó su marido. Para nuestra desgracia, en México no.  

Tal y como el INE invalidó las aspiraciones presidenciales de Jaime Rodríguez “El Bronco” y Armando Ríos Piter, debió hacer lo mismo con Zavala. "El Bronco" y Ríos Piter cometieron fraude con las firmas, Zavala igual, pero el INE a esta última le condonó la fechoría. 

El mensaje del instituto que preside Lorenzo Córdova es que los delitos electorales se miden dependiendo de los propósitos que tienen. 

Tenemos claro que, en una pelea de tres ejes: Meade, Ricardo Anaya, de la coalición por México al Frente, y Andrés Manuel López Obrador, de Morena, el ya tres veces candidato a la presidencia tiene mayores posibilidades de ganar en las urnas el 1 de julio. 

No es que la candidatura de Zavala tenga oportunidad de triunfo, no, no fue en ese sentido la decisión del INE para dar luz a una ilegalidad.  

La ahora candidata independiente, según los sondeos de la tendencia electoral, ni siquiera tiene posibilidades reales de desplazar a Meade del tercer lugar de las encuestas, y eso sí ya es mucho decir. 

Al truculento gobierno de Peña Nieto y su intención de implantar una elección de Estado, le conviene la candidatura de Zavala para restarle votos a López Obrador y unos cuantos a Anaya. 

Peña Nieto y el perpetuo aprendiz de canciller harán todo lo posible y necesario -hasta un fraude- para arrebatarle la elección a López Obrador, aun cuando el líder de Morena de manera inaudita les ofrece amnistía a sus muchas implicaciones en casos de corrupción e impunidad, que tienen oxidadas las bases de nuestra dizque democracia. 

El fraude que cometió el INE para blindar a Zavala, la candidata mapache del PRI, es comparable a aquél del que fue víctima el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, a manos de la presidencia de Miguel de la Madrid.  

¡Qué causticidad! Justo ese fraude dio origen a que se creara el Instituto Federal Electoral, el órgano antecesor al INE, para evitar los fraudes.