El reprobado aprendiz de canciller

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

El reprobado aprendiz de canciller

Washington – La suspensión de la visita oficial de trabajo de Enrique Peña Nieto a Washington exhibió "la inocencia" y novatez de Luis Videgaray en el manejo de la política exterior de México y en lo referente a la relación con Estados Unidos. 

Donald Trump es tan impredecible e irracional que suena ilógico que Videgaray no haya previsto que arreglar una reunión con Peña Nieto sin el consentimiento y condiciones del presidente de Estados Unidos estaba destinado al fracaso. 

El titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores y el asesor y yerno de Trump, Jared Kushner, plancharon una visita oficial de trabajo de Peña Nieto a Washington de ensueño. Definieron dos sesiones de trabajo entre Trump y Peña Nieto en Campo David, dos más en la Casa Blanca, incluyendo a los gabinetes en una de las sesiones de la visita de dos días; y hasta determinaron que el mandatario mexicano y su "Gaviota" pernoctaran en Casa Blair, la mansión oficial que ofrece el gobierno estadunidense a los jefes de Estado y de gobierno en visitas oficiales.  

En el mundo rosa e ideal de Videgaray, los presidentes firmarían una docena de acuerdos bilaterales sobre una amplia gama de temas y con ello todos contentos, compadres y felices. 

Faltaba un detalle. El 20 de febrero se pactó una conversación telefónica entre Trump y Peña Nieto para sellar con broche de oro los planes del primer yerno de los Estados Unidos y del mexicano aprendiz de canciller. La conversación, que duró 50 minutos, iba bien en términos de formalidades, hasta que se tocó el tema del muro en la frontera con México, que Trump se aferra en construir a costa de lo que sea. 

La negativa a hablar de los planes de infraestructura fronteriza durante el encuentro emanó de Los Pinos, lo cual encolerizó a Trump, quien alzó la voz y dejó en claro que nadie le impondría condiciones sobre de qué hablar y cómo hacerlo cuando recibía a un invitado en su Casa Blanca. 

"Todo se derrumbó", como dice la letra de una canción de música pop. 

Peña Nieto, sorprendido por el comportamiento y condiciones de Trump, lo que nunca le advirtió su imberbe canciller, optó por cancelar su viaje para no exponerse al escándalo y ridículo durante su estancia en la Casa Blanca, la de Washington, no la de Las Lomas de su "Gaviota". 

De la edificación del muro en la frontera con México y de ese gasto sufragado por los mexicanos, precisamente Trump deseaba hablar con Peña Nieto a su lado. El mandatario estadunidense no iba a desaprovechar la presencia del presidente de México para hablar de una de sus principales promesas de campaña que contribuyó a que el sector conservador y racista de su país le entregara la presidencia. 

A Videgaray se le desvanecieron sus proyectos personales de que por dos días (el 27 y 28 de febrero) Trump se comportara como lo que no es, un presidente pragmático y apapachador de Peña Nieto. 

En el mundo de juguete del aprendiz de canciller, un Trump bien portadito confirmaría la falacia que recientemente promovió: que con la actual Casa Blanca está mejor la relación bilateral respecto a la que se tuvo durante la presidencia de Barack Obama.  

La foto que idealizaba Videgaray, Trump abrazando y consintiendo a Peña Nieto, le sería hasta favorable a su Pepito, José Antonio Meade, su creación de candidato para darle continuidad a un sexenio de corrupción e impunidad y abanderado presidencial del PRI.  

Nada le salió bien a Videgaray ni a Kushner. 

La molestia en Los Pinos con el Secretario de Relaciones Exteriores es mayúscula. Cuentan en los pasillos del poder peñista que no lo correrán pese a todo, sino que dejarán que se hunda solo; al fin de cuentas el sexenio ya se terminó y Meade no levanta y parece que no tiene muchas posibilidades de triunfo en las elecciones del 1 de julio. 

Cualquier mexicano hubiese contestado "no" a la pregunta de un examen en el que se le preguntara si consideraba viable y acertada una reunión en Washington en estos momentos entre Trump y Peña Nieto.  

En una prueba tan sencilla y de una sola pregunta, el aprendiz de canciller salió reprobado. El descalificado Secretario de Relaciones Exteriores confunde la buena relación que tiene con el yerno de Trump, con la alucinación que sufrió y en la que idealizó una concomitancia ideal entre el gobierno de Peña Nieto y el de Trump.

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