Tres dedos (Margensur)

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Alejandro Saldaña Rosas

Sociólogo. Profesor Investigador de la Universidad Veracruzana

Twitter: @alesal3 / Facebook: Alejandro Saldaña

 

 

 

 

 

Tres dedos 

La designación de José Antonio Meade Kuribreña como virtual candidato del PRI a la presidencia representa un grave retroceso en la vida política del país. Retroceso por partida triple: i) por el mecanismo de la designación: el mal afamado dedazo; ii) por la cargada de las “fuerzas vivas” que siguió al dedazo, ni siquiera se extrañó que Fidel Velázquez diera su declaración de alabanza al candidato, de ello se encargaron los dirigentes de los tres sectores del PRI; iii) por el mismo candidato: Meade es un gris burócrata que ha sabido escurrirse en tres gabinetes para vivir del erario  durante muchos años. El dedazo de Peña regresa al país a tiempos que uno hubiera pensado –y deseado- ya superados, sin embargo, es claro que en el ADN priista no cabe el menor atisbo democrático; la única diferencia con el PRI de los años setenta u ochenta del siglo pasado es que en esta versión el dedazo será de tres, esto es, dedazo de tres dedos. 

En el argot futbolero se dice que un jugador le pegó de “tres dedos” cuando golpea el balón con la parte externa del pie. Un consumado maestro en el golpeo de tres dedos fue el brasileño Roberto Carlos, quien jugando con su selección en partido contra Francia anotó un gol de antología. Como quedó registrado en video, el tiro iba evidentemente hacia afuera de la portería pero la fuerza del golpe -de tres dedos- hizo que el balón cambiara de dirección para incrustarse en el arco defendido por Fabien Barthez. Enorme gol de Roberto Carlos. Si usted no lo ha visto, o si desea recordarlo, aquí está el video: https://www.youtube.com/watch?v=FBpanuxHB5k  

En México estamos en presencia de otra jugada de tres dedos: la designación de tres candidatos presidenciales. Peña Nieto ya usó el primer dedo para designar a José Antonio Meade como candidato del PRI y partidos achichincles, falta que nombre al candidato del Frente Amplio (¿Anaya? ¿Moreno Valle?) y de los llamados “independientes” (¿el mansito Bronco? ¿la deshojada Margarita?).  

Estamos en presencia de una jugada de tres dedos: el triple dedazo de Peña, pero a diferencia del talento y la fuerza del ex jugador del Real Madrid, el inquilino de Los Pinos carece de ambos por lo que es altamente previsible que su tiro salga completamente desviado, incluso a saque de banda. Aunque a decir verdad el triple dedazo no es de Peña sino del régimen que opera, como en el circo, en tres pistas: en la primera, el funambulista tecnócrata Meade; en la segunda pista, la carta segura del Frente (frío) que puede captar buena parte de votos anti-AMLO y anti-PRI; en la tercera pista, la más alejada, los bufones del sistema (“independientes” les dicen) haciendo machincuepas y desfiguros para atraer el voto de varios miles de cándidos ilusos.  

Dedazo de tres dedos que, como en carambola de tres bandas, apunta en una misma dirección: evitar a toda costa el triunfo de López Obrador. Tres dedos tres, que son uno y el mismo: el de la continuidad del régimen de corrupción, autoritarismo, violencia y venta de garage del país. 

Primer dedo: el dedazo en el PRI. La debilidad y falta de luces de Peña se expresan a cada instante, tan es así que en un hecho inédito en la historia de México el destape del candidato de su partido no lo hizo él sino el vicepresidente de facto, Luis Videgaray. A Peña solamente le correspondió dar el anuncio de lo ya sabido, la ratificación del rumor que era gritado por toda la llamada clase política, apuntar el dedo dirigido por otra mano. El destape realizado por el canciller expresa que el ungido Meade es su hombre, su candidato, su alfil; este hecho ha llevado a que el virtual candidato priista sea conocido como Midegaray.  

El principal mérito del candidato del PRI es que no es del PRI. De ese tamaño es el desprestigio de esa cofradía delincuencial disfrazada de instituto político. Para los militantes priistas de hueso supongo que el dedazo no causó ningún furor, de ahí el apuro por planchar los amarres y acuerdos para ahogar el mínimo atisbo de inconformidad. Pero el hecho de que haya unidad en apariencia no significa que muchos operadores políticos del tricolor hagan su chamba a medias o incluso que trabajen encubiertamente para otros colores y candidatos.  

Meade es un tecnoburócrata que si ha logrado mantenerse tantos años cobrando su quincena en diferentes secretarías del gobierno federal es por obediente, por sumiso, por ser un hombre dúctil y servil a los poderes fácticos de este país. Sus méritos intelectuales, que los tiene, los ha puesto dócilmente al servicio de las camarillas a las que sirve. 

Segundo dedo: el dedazo en el Frente Amplio. Los jaloneos y desfiguros en el Frente (frío) son parte del parto del que será designado esencialmente en Los Pinos. No se trata de ninguna oposición al PRI y su candidato camaleón, sino de una decisión política orientada a fortalecer el voto en contra del candidato del MORENA. El dedazo en el Frente (frío) es muy probable que se oriente hacia el dirigente panista Ricardo Anaya, quien sabe muy bien que su presumible derrota le dejará jugosos dividendos políticos; la muy factible división del PAN que provocaría su candidatura es un mal menor frente a la posibilidad de seguir ocupando posiciones clave en la estructura del poder político nacional. 

Tercer dedo: el dedazo en los “independientes” afines al sistema. Da lo mismo si es el mansito e ineficiente Bronco o Margarita, la desesperada esposa que hace hasta lo imposible por deslindarse de su marido, el beodo expresidente FECAL. La candidatura “independiente” completa la combinación para la apuesta por la trifecta, es decir, una fórmula en la que los votos anti-PRI, anti-AMLO y los inconformes del dedazo en el Frente se dividan en beneficio del candidato con mayor estructura organizativa, más experimentados operadores políticos, alianzas cupulares bien afinadas, beneplácito de Trump y recursos del crimen organizado: Meade Kuribreña. Los independientes que consigan las firmas para el registro lo harán muy probablemente con el apoyo de la amplia y corrupta estructura del PRI y/o de Nueva Alianza y partido Verde: dedazo rambersé que señala en una dirección, para girar y apuntalar al candidato del PRI. 

Pese a todos los artilugios, amarres y cálculos políticos, el dedazo de tres dedos no puede ser gol, es imposible habida cuenta de que el balón va para afuera y no va a girar como aquel magnífico disparo de Roberto Carlos... a menos que el árbitro (INE) y los jueces de línea (FEPADE) tomen el balón con sus manos, corran hacia la portería como full back, eliminen con trampas y golpes a tirios, morenos y troyanos y anoten en tiempo extra el gol de la “victoria”.  

El fraude electoral está anunciado y en operación desde ya. El terreno ha sido allanado con la aprobación de la oprobiosa Ley de Seguridad Interior. 

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