A bote pronto (9 de octubre 2015)

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Alejandro Mosqueda Guadarrama

Camarógrafo y documentalista

Facebook: Moga Aleko

 

Miedo al populismo

 

Entender lo que significa populismo nos lleva de entrada –tal vez sea mal comienzo- a buscar en algunos diccionarios. La Real Academia Española no se toma la molestia de considerar esta palabra para darle alguna definición en su famoso diccionario. Se habla de populismo en el terreno de la acción, perspectiva o ideología que se mueve en el quehacer básicamente político. Lo que atiende los intereses de las mayorías –el pueblo- se dice que es populista, y es aquí donde las visiones e interpretaciones de lo que esta palabra significa empiezan a tomar rumbos y sentidos variados, incluso antagónicos.

Una demanda, propuesta o acción concreta (ya sea desde una organización social o desde el mismo gobierno) puede etiquetarse de populista con una carga peyorativa. Sin embargo, la interpretación puede variar según los intereses de quien (o quienes) la hace.

Atender las demandas económicas, sociales, políticas y culturales de la mayoría de la población es un deber de cualquier gobierno. De hacerlo, podría interpretarse que se mueve con una lógica populista, ya que atiende lo que requiere, necesita el pueblo, para tener una mejor calidad de vida. Hablo de una política integral, gubernamental, no solo de acciones aisladas que solo buscan distraer (con coloridas y engañosas migajas) la atención de los asuntos fundamentales para el desarrollo del país.

El general Lázaro Cárdenas del Río, cuando fue gobernador del estado de Michoacán (1928–1932), impulsó una intensa campaña en el área educativa que tocó aspectos más allá del aula, abonando el camino para la organización y participación de la población rural. No sólo se trataba de que se enseñara a leer, escribir y realizar operaciones matemáticas básicas: el papel de los maestros rurales tomaba tintes de organizadores, impulsando procesos de participación social.

 Al inicio de su periodo presidencial (1934–1940), se concretó -entre otras- la Reforma Educativa, que por primera vez en Latinoamérica establecía en una Constitución que la educación impartida por el Estado debía ser socialista. El gobierno de Cárdenas ponía su atención en fortalecer al pueblo –tanto en la ciudad como en el campo- como un actor social, informado y organizado. Hoy, seguramente es visto como un peligroso populista a los ojos de la clase en el poder.

 En la historia oficial, de héroes y mártires de bronce, ¿qué tanto se habla de la obra y los ideales del general Cárdenas? Acaso por haber tenido una clara y decidida forma de gobernar a favor de los intereses del país y de la inmensa mayoría del pueblo ¿se desdibuja en la historia oficial su propuesta de país?

 Desde la perspectiva capitalista del consumismo, el individualismo, la acumulación y el despojo, es muy oportuno acuñar una versión/significado del populismo, acorde totalmente con sus intereses, colocándolo como algo peligroso, perverso, tramposo, manipulador, nocivo e inconveniente para la sociedad. Desde esta perspectiva, ser populista nada tiene que ver con alguna propuesta de gobierno, con una táctica política, con un posicionamiento ideológico o de transformación del sistema político capitalista.

Para el gobierno de Peña no es primordial mantener, o incluso aumentar, el presupuesto para todo lo referente a educación; más bien al contrario, es el aspecto que mereció especial atención para recortar su asignación presupuestaria. En contraparte, la parte militar en nada se vio afectada en su presupuesto. Si la distribución del presupuesto no atiende las necesidades de la mayoría de la población, ¿es el gobierno de Peña un gobierno no populista? Entonces, ¿cómo interpretar algunas de sus acciones, como el reparto de pantallas? ¿Neo-populismo? ¿Populismo de derecha? Independientemente de cualquier respuesta, es sencillamente -como bien dice la sabiduría popular- la recurrente acción de "dar atole con el dedo".

Una cosa es ser populista y otra cosa es ser un cínico demagogo y manipulador, lo cual se puede encubrir con la ayuda de la inmensa maquinaria de los medios de comunicación, al punto de hacer ver como benéficas y necesarias esas acciones de gobierno. Me parece que son realmente acciones de distracción y utilización de necesidades con meros fines clientelares y de control. Demagogia, control y manipulación, son una triada en la cual descansa la corrupción, complicidad e injusticias que se cometen desde el poder.

De un lado del espectro político, la derecha señala que el populismo ahuyenta la inversión extranjera, genera crisis económica, detiene el desarrollo y progreso del país, y sumerge a las clases populares en la miseria. Del otro lado, la izquierda puede decir que se tiene miedo al fortalecimiento y participación popular en todos y cada uno de los aspectos del quehacer nacional, incluyendo la fiscalización y control ciudadano de las finanzas públicas.

De cualquier forma, tanto la derecha como la izquierda partidista, la clase política y en particular sus más notables (por visibles, no por otra cosa) personajes, tienen actitudes, propuestas, acciones del más simple y vergonzoso oportunismo y manipulación, ya sea para obtención de votos, para mejorar imagen, o por un inútil baño de conciencia. Acciones, todas ellas, que no tienen nada que ver con una propuesta de cambio de rumbo, con una propuesta de transformación del sistema político y económico.

Hoy es políticamente correcto en las cúpulas de la clase política (sin importar siglas o colores) atacar y descalificar las opciones y propuestas que privilegian el bien común, la participación ciudadana y la construcción de un poder popular con una visión de desarrollo político, económico y cultural diferente al que impera actualmente.

Los intelectuales y demás voceros del actual sistema van construyendo nuevas interpretaciones de la realidad y también van generando categorías y simbolismos que apuntalan a una sola visión de la historia, en la cual no hay posibilidad de ir a ningún otro lado que no sea el neoliberalismo y sus guerras, como destino único del desarrollo de la humanidad. ¿Recuerdan los cientos de páginas y discursos sobre el fin de la historia?

No es nada casual que los procesos políticos encaminados en una dirección diferente al neoliberalismo (o al menos que tratan de elevar la calidad de vida de sus pueblos) sean etiquetados y atacados por ser “populistas”. Sobre esto podrían hablarnos mucho en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Uruguay, por supuesto en Cuba e incluso en Argentina.

Tal vez sea necesario darle otro nombre al populismo y recuperar su objetivo… o bien, resignificar la palabra. Tal vez.

Igual que en su reciente tercer informe de gobierno, en su histórico (por pobre y de vergüenza ajena) discurso del 28 de septiembre ante la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, Peña Nieto se lanzó contra el populismo: "Nuevos populismos de izquierda y de derecha, pero todos riesgosos por igual". ¿A quién se refería? ¿A Rafael Correa, a Evo Morales, a Nicolás Maduro o al mismísimo López Obrador? ¿A todos ellos?

Una pretensión de abrir un frente de crítica y ataque a los gobiernos de Ecuador, Bolivia y Venezuela sería, por lo menos, un absurdo de la política exterior mexicana; y tratar de acumular apoyos internacionales en una lucha doméstica contra López Obrador, resulta muy limitado de miras por parte del señor Peña. Pero así es él. Lejos, muy lejos, de la visión y perfil de un estadista.

Le tomé una foto a una pinta (“gobierno corrupto y represor”). Recordé a quienes últimamente llaman “anarquistas”, como sinónimo de encapuchados, vándalos y terroristas, y no le encontré relación ni sentido alguno. Mejor ni me pregunto qué dirían sobre esto los hermanos Flores Magón y ni qué decir de Zalacosta, Bakunin, Proudhon, Kropotkin o Barrett.

A pasos apurados, el gobierno neoliberal mexicano firmó en lo oscurito el Tratado Transpacífico, teniendo así un elemento más para la negociación –también en lo oscurito- con los partidos políticos. Poner a discusión con el populacho el tema sería una aberración “populista”. Y mientras, Mancera afina su próxima jugada para ganar popularidad rumbo al 2018.

 

 

Palabra Crítica (9 de octubre 2015)
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Comentario 1
  • Adán

    Siempre esa claridad de pensamiento y esa clara convicción. Felicidades Alejandro.

    Responder
    25 octubre, 2015

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