Margensur (3 de agosto 2015)

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Alejandro Saldaña Rosas

Sociólogo. Investigador, profesor Universidad Veracruzana

Twitter: @alesal3

Crisis humanitaria en México

 

A la memoria de Nadia, Rubén, Yesenia y dos mujeres más asesinadas en la ciudad de México el viernes 31 de julio

 

Por ustedes, ¡ni perdón ni olvido!


Escribo estas líneas con inmenso dolor, con rabia infinita, con palabras lumbre. Asesinaron a Rubén Espinosa, a Nadia Vera, a Yesenia Quiroz y a dos mujeres más cuyos nombres desconozco. Asesinadas y torturadas en la colonia Narvarte, en la ciudad de México. Conocí a Rubén y a Nadia, les lloro junto con muchos amigos, amigas, compañeras de marcha, compas de plantón y de alegría, gente luchona y de bien, pues.

 

            La PGJDF se ha atrevido a decir, sin haber realizado investigación alguna, que al parecer se trata de un robo. Mentira. No les creemos absolutamente nada. Rubén salió de Veracruz acosado por el gobierno de Javier Duarte de Ochoa, y ahora está muerto. Y Nadia también. Y Yesenia. Y dos mujeres más. Todo indica que fue una ejecución y el responsable es Javier Duarte de Ochoa, y las autoridades del DF. Fue un crimen de Estado, uno más, otro de tantos, de cientos, de miles. El Estado mexicano se revela de nueva cuenta como el principal enemigo de la población civil. El Estado nos está matando.

 

            Lo he dicho en más de una ocasión y lo reitero: el crimen organizado es tal porque se organiza desde el Estado, el brazo operador son los gobiernos estatales, municipales, las policías, el Ejército, la Armada. Pero el crimen se organiza desde las instituciones del Estado. Sólo así se explican las apabullantes cifras del crimen en nuestro país.

 

            No tengo ningún interés en abrumar con cifras, que por lo demás su confiabilidad es muy dudosa, simplemente uso los datos para intentar una aproximación a la profundidad de la crisis humanitaria que se vive en México. Los números nos sirven para asomarnos al abismo, sin que nada digan del inmenso dolor implicado por cada muerto, desaparecido o secuestrado. Detrás de cada número hay un rostro, una biografía, una familia, amores, ilusiones, derrotas también. Detrás de cada número está Rubén, Nadia, Yesenia, o tú que me lees ahora, o yo, que quizás mañana no escriba más esta breve columna. Porque a ti y a mí nos pueden matar dentro de diez minutos con total impunidad. Porque el asesino es el que gobierna.

 

            Las cifras son ominosas y trazan con nitidez el fracaso del “proyecto de país” de al menos los últimos 18 años: más de 310 mil víctimas de homicidio. Reitero: más de 310 mil personas asesinadas en los últimos 18 años (cifra exacta: 310,904). Y cinco compañeras y compañero más asesinadas el 31 de julio: Rubén, Nadia, Yesenia y dos chicas más cuyos nombres desconozco, pero que igual duelen e igual indignan. No invento datos, son públicos y los puedes corroborar en los siguientes enlaces:

http://www.secretariadoejecutivosnsp.gob.mx/work/models/SecretariadoEjecutivo/Resource/1/1/cifras_publicacion_junio14.pdf, http://secretariadoejecutivo.gob.mx/docs/pdfs/victimas/Victimas2014_052015.pdf, http://secretariadoejecutivo.gob.mx/docs/pdfs/victimas/Victimas2015_062015.pdf.     

 

Números negros, sin duda, pero de dudosa confiabilidad habida cuenta de su procedencia, el Sistema Nacional de Seguridad Pública. Es altamente probable que la cifra de víctimas de homicidio sea bastante más abultada. Si de secuestros hablamos, los datos son igualmente nefandos: 16,452 en 18 años, si bien sabemos que el secuestro es un delito que poco se denuncia, por lo que se estima que esa cifra al menos se debe triplicar para aproximarnos a la verdad del fenómeno, es decir, cerca de 50 mil personas secuestradas. Sí, es correcto: cincuenta mil personas secuestradas. ¡Un horror!

 

            Por otra parte, si nos referimos a las personas desaparecidas (eufemísticamente llamadas “no localizadas”), los datos son aun menos confiables por cuanto las distintas instituciones con incidencia en la materia no coindicen. Tomemos pues el dato de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que señala que hay cerca de 25 mil desaparecidos en el país, desde el 2005 y hasta 2014.

 

            Es un horror. México vive una crisis humanitaria de enormes dimensiones. Crisis que sólo se puede explicar porque el Estado es el culpable. Tanto muerto, secuestrado, desaparecido, robado, extorsionado, ultrajado sólo sucede si el Estado es partícipe del crimen, por negligencia, omisión o contubernio. Lo hemos dicho y lo reitero, hablo en primera persona: fue el Estado, es el Estado.

           

El Estado es culpable de los asesinatos de Ayotzinapa, Tlatlaya, Tanhuato, Apatzingán, San Fernando, Aguas Blancas, Acteal, Villas de Salvárcar, Guardería ABC, asilo de Mexicali, jueves de Corpus, 2 de octubre. Y de los miles de muertos más que en su anonimato, y en su silencio, llevan la carga de un país con la historia rota. Somos un país de biografías interrumpidas, un país de historia fracturada.

 

            El Estado, a través del “gobierno” de Javier Duarte de Ochoa, es el asesino de Rubén Espinosa, Nadia Vera, Yesenia Quiroz y dos mujeres más que me duele no poder nombrar porque no conozco sus nombres. Pero su ausencia pesa, su anonimato duele, porque ellas y nuestros amigos fueron torturadas y asesinadas por un gobierno de asesinos: el de Javier Duarte de Ochoa, protegido por el criminal mayor: Enrique Peña Nieto.

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