J. Jesús Esquivel
Corresponsal de la revista Proceso en Washington
@JJesusEsquivel
120 muertos todos los días
Washington – En promedio, todos los días mueren en Estados Unidos 120 personas por una sobredosis de droga, debido a la epidemia del consumo de heroína y medicamentos controlados.
La cifra, que es extremadamente alarmante, salió de las estadísticas que recolectó en 2014 el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, lo que quiere decir que en la actualidad el número de estadunidenses que pierden la vida diariamente por sobredosis de droga podría ser de hasta 150.
En su informe anual sobre la Valoración de la Amenaza de las Drogas, correspondiente al 2015, que desclasificó la DEA esta semana, aparte del cálculo de 120 muertos al día por sobredosis de heroína o medicamentos controlados, se agrega que en el 2014 por esta causa fallecieron 46 mil 471 estadunidenses.
Como era de esperarse, la DEA destaca en el reporte que los principales proveedores y traficantes de cocaína, heroína, metanfetamina y mariguana son los cárteles mexicanos.
El informe, que es una recolección de las investigaciones de las agencias de inteligencia y de los registros de los servicios públicos de salubridad de incidentes por consumo de drogas, subraya que los cárteles mexicanos, además de ser los responsables del trasiego y venta de drogas, son ya los proveedores de heroína y metanfetamina para organizaciones transnacionales de Colombia y Republica Dominicana.
No dudo que esto sea cierto. El Cártel de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación, en alianza con el de Los Cuinis, en particular, son desde hace tiempo amos y señores del trafico internacional de estupefacientes. Lo que sorprende es la desfachatez con la que la DEA busca responsabilizar a terceros del grave problema de salud pública y de educación que es realmente el verdadero causante de tantas muertes por sobredosis de drogas.
En Estados Unidos no quieren entender que ya perdieron la guerra contra las drogas, que hace falta una alternativa para contener la epidemia del consumo de heroína, metanfetamina y medicinas controladas que matan a tanta gente.
Ya imagino la reacción irracional de Donald Trump cuando le hagan el resumen del informe desclasificado por la DEA.
El próximo presidente de Estados Unidos se aferrará a construir el muro “para parar las drogas y a los cárteles del narcotráfico de México”, como anda presumiendo.
Un muro en la frontera con México nunca detendrá el consumo de drogas en Estados Unidos. Menos una lucha militarizada contra el narcotráfico y el crimen organizado respaldada por la DEA y por Washington, como la que lanzó Felipe Calderón en su “Sexenio de la Muerte” y adoptó Enrique Peña Nieto en su mandato de Horror y Tragedias.
El informe de la DEA carece de propuestas de prevención del consumo de drogas y de atención y rehabilitación de los drogadictos en Estados Unidos. Cuando Trump revise las estadísticas de muertes por sobredosis de droga y se dé cuenta de que las víctimas, en gran medida, son estadunidenses de piel blanca, ojo azul o verde y pelo rubio, como él, va a querer ordenar al Pentágono que invada México y acabe con los narcos.
En casi ya tres décadas, del gobierno federal de Estados Unidos no ha salido una sola propuesta coherente para atender el problema de la demanda y consumo de drogas. Por ello es que la situación es de crisis y epidemia. Washington cierra los ojos ante la realidad de que quienes consumen más heroína, metanfetamina, mariguana, cocaína y medicinas controladas son “los güeritos” como Donald Trump, y ese es el error.
El rasero para la intolerancia a un problema de salud pública debería ser el número diario de decesos por sobredosis de droga, y no la guerra militarizada -sin importar los “daños colaterales”, como menospreció Calderón a las decenas de miles de muertos en México- contra el narcotráfico mexicano.
Con un muro en la frontera con México Trump no detendrá en su país el número de sepelios de güeritos a causa del incontenible apetito de drogas. Los narcos, por abajo o por arriba del muro, seguirán vendiendo al cliente lo que pida. El dinero manda.
