J. Jesús Esquivel
Corresponsal de la revista Proceso en Washington
@JJesusEsquivel
Culpable por omisión
Washington – La fuga del exgobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, es la evidencia rotunda de la corrupción que carcome las endebles bases de la presidencia de Enrique Peña Nieto. Seguimos sin entender cómo se les escapó y cómo es posible que no lo hayan podido capturar.
Las denuncias de violaciones a los derechos humanos en Veracruz, los acosos a la prensa, asesinatos y desaparición de periodistas, la corrupción gubernamental, la colusión de policías y funcionarios públicos con el narcotráfico, y el uso del dinero del erario para adquirir propiedades con prestanombres, fueron el tenor de la gubernatura de Duarte de Ochoa casi desde su inicio.
Es increíble que Peña Nieto no atendiera en lo mínimo las denuncias, quejas y evidencias que brotaron en los últimos meses en contra de Duarte de Ochoa. Su omisión lo hace cómplice y culpable de que un exgobernador tan ratero y descarado se burle de su estado y de todo el país empobrecido por la corrupción.
No se trata nada más de las casas, las empresas, los terrenos, las joyas, las cuentas bancarias a nombre de otra persona en México y en el extranjero y que Duarte de Ochoa amasó con el dinero del erario público. Esta práctica es la más común entre casi todos nuestros gobernantes del partido político que sea. El punto es que no hay justicia para castigar a los corruptos. Todos los correligionarios de Duarte de Ochoa, incluido Peña Nieto, se lavan las manos deslindando responsabilidades y pidiendo calma, ya que algún día atraparán al priista hampón.
“Nadie despierta, un presidente no creo que se levante ni creo que se haya levantado pensando, y perdón que lo diga, cómo joder a México, siempre pensando en cómo hacer las cosas bien para México”, fue la declaración desafortunada que hizo Peña Nieto este martes al participar en un foro empresarial.
El atlacomulquense nos toma por tontos, ¿o qué? Si no quisiera joder más a México, debería ordenar la captura inmediata de Duarte de Ochoa. Seguro que los sistemas de inteligencia del país saben en dónde se esconde el priista corrupto. Lo mismo en el caso de Guillermo Padrés Elías, exgobernador panista de Sonora. El CISEN debe tener indicios de por lo menos qué ruta tomaron para huir de la justicia los dos delincuentes.
Si no quiere joder más a México, demuéstrenos que en el país hay y se aplica la justicia. No son suficientes las órdenes de aprehensión giradas en contra de los exgobernadores.
“La ley por sí misma no hace el cambio, la instrumentación tampoco por sí misma, más bien esta convergencia de esfuerzos entre las instituciones que se van consolidando y la participación activa de la sociedad”, fue otra de las impúdicas declaraciones que hizo el exgobernador mexiquense en el foro empresarial.
Analizo lo dicho por Peña Nieto y lo no concibo. Decir que las leyes y su instrumentación no hacen el cambio, no tiene nombre.
Desde esta perspectiva, la Constitución Política y los poderes judiciales de la Unión no sirven para nada.
La participación de la sociedad de la que habla Peña Nieto está ahora más vigente que nunca. Queremos que acabe con la impunidad para con los políticos corruptos, empezando a barrer por su Casa Blanca. Las marchas multitudinarias, los millones de denuncias y quejas en las redes sociales, son el reclamo de que en México queremos justicia, pero una justicia aplicada e instrumentada equitativamente.
Peña Nieto está pasando por sus peores momentos. Ahora entiendo por qué sus asesores no lo dejan enfrentar a la prensa bajo un formato de libertad, en el que pregunten los reporteros que no sean elegidos por la oficina de Eduardo Sánchez, su vocero.
En el foro de empresarios, Peña Nieto exhibió todas sus vulnerabilidades, mismas que frente a reporteros bajo un formato de libertad de prensa no le permitirían salir bien librado al exigirle la rendición de cuentas de lo que va de su mandato.
“No recuerdo yo la alusión, pero seguramente en algún momento la hice, si es la referencia que hacen”, contestó Peña Nieto cuando un reportero osado lo cuestionó sobre la apreciación que hizo en 2012 de que Duarte de Ochoa representaba al nuevo PRI.
De ese tamaño la respuesta del presidente, incapaz de admitir que comete errores, y muchos.
