Los creadores de Trump quieren destruirlo

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J. Jesús Esquivel

Corresponsal de la revista Proceso en Washington

@JJesusEsquivel

Los creadores de Trump quieren destruirlo

Washington – Donald Trump, quien se encumbró como el maestro del uso de los medios de comunicación para difundir y propagar mensajes discriminatorios, sin sentido, ególatras y misóginos, es la víctima de su falsedad y de sus ambigüedades.

El primero de los tres debates presidenciales que habrá en Estados Unidos entre Trump y Hillary Rodham Clinton, la candidata presidencial del Partido Demócrata, fue un fracaso rotundo para el abanderado presidencial de los republicanos.

La mediocridad política del también magnate de la industria de la construcción y de los bienes raíces, quedó expuesta en casi todos los 90 minutos que duró el debate, de lo cual Clinton se aprovechó para apabullarlo y exhibirlo.

Creado por los medios de comunicación masivos que en Trump vieron a un personaje que vende y hace ruido con frases polémicas y declaraciones inocuas como “voy a construir un muro en la frontera con México y el gobierno mexicano va a cubrir los costos”, el candidato republicano es hoy una figura que sus mismos creadores quieren eliminar.

Y es que la contienda electoral ya no es un juego ni una disputa por ganar la nominación presidencial de un partido. Los medios de comunicación están conscientes de que de lo que ocurra el martes 8 de noviembre dependerá el futuro de Estados Unidos en los próximos 4 años y que Trump no tiene la talla política ni la capacidad moral para asumir esa responsabilidad.

En el debate de este lunes celebrado en la Universidad de Hofstra, en Nueva York, Trump no pudo dar respuestas concisas ni adecuadas a los cuestionamientos sobre política económica, social, asuntos raciales, seguridad nacional y política exterior.

Hasta segundos antes de que iniciara el debate, los demócratas tenían miedo de que Trump, con su costumbre de ofender, minimizar y discriminar a sus críticos, se lanzara a la yugular de Clinton reviviendo los escándalos maritales que tuvo la exprimera dama con su marido, el expresidente Bill Clinton, y con ello la sacara de quicio para exponerla como intolerante y vulnerable.

Tranquila, segura de sí misma y con una actitud hasta un poco condescendiente sobre su adversario, Clinton le dio cátedra a Trump en todos los ámbitos políticos, y como estadista respondió a las preguntas que les formuló el moderador del evento, el periodista Lester Holt, de la cadena de televisión NBC.

Nunca Trump respondió de manera directa a los cuestionamientos; eludió en todo momento aclarar las cosas, tal vez temeroso de quedar aún más expuesto como un farsante y un improvisado.

En tres puntos esenciales del debate, Clinton ayudo a los medios de comunicación a ponerle la soga al cuello a Trump: que no paga impuestos federales, algo de lo que hasta él mismo se mofó; que es un racista y un misógino, y que sólo habla generalidades como la de decir “voy a parar la fuga de empleos al extranjero”, pero sin plantear cómo lo logrará.

Clinton no tuvo que entrar en meollos de la vida personal de Trump. La historia del magnate y sus declaraciones pasadas y recientes fueron la plataforma de la ejecución del republicano en el primero de los tres debates presidenciales.

La ignorancia política y la egolatría de Trump en el debate escandalizaron a los medios de comunicación de Estados Unidos. No es lo mismo uno o diez debates en una elección primaria y para ganar la nominación presidencial de un partido, que un debate presidencial a nivel nacional. Para este último se necesita preparación, Trump no la tuvo, su ego no se lo permitió.

Para la población blanca, conservadora, racista y sin estudios de los Estados Unidos, Trump es su candidato. El fracaso del magnate republicano fue que confirmó a los votantes indecisos, los blancos con un nivel de educación profesional o los millones de estudiantes que apoyaron a Bernie Sanders durante la contienda primaria con Clinton, que no tiene la capacidad para ser presidente.

Para los electores indecisos que pueden definir el resultado de la elección presidencial del 8 de noviembre, Clinton no es la candidata ideal ni nunca lo será, pero ante la mediocridad del republicano no hay más alternativa que la demócrata, y para los medios de comunicación que ahora quisieran no haber ayudado nunca a crear al monstruo llamado Donald Trump, también.

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