Margensur (6-Julio-15)

  • 1

Alejandro Saldaña

Sociólogo. Investigador, profesor Universidad Veracruzana

Twitter: @alesal3

Autonomía, día a día

 

¡Pobres y miserables gentes, pueblos insensatos, naciones obstinadas en vuestro propio mal y ciegas a vuestro bien! Dejáis que os arrebaten, ante vuestras mismas narices, la mejor y más clara de vuestras rentas, que saqueen vuestros campos, que invadan vuestras casas, que las despojen de los viejos muebles de vuestros antepasados. Vivís de tal suerte que ya no podéis vanagloriaros de que lo vuestro os pertenece. Es como si considerárais ya una gran suerte el que os dejen tan sólo la mitad de vuestros bienes, de vuestras familias y de vuestras vidas”.

Étienne de La Boétie. El Discurso de la Servidumbre Voluntaria

 

El pueblo griego dijo NO y dio un importante paso en la defensa de su autonomía. Ese categórico y rotundo NO en lo absoluto significa negar la posibilidad de participar, como uno más, en la Unión Europea, compartir el euro como moneda corriente, integrar el Parlamento Europeo, integrarse en los órganos de toma de decisiones en materia de justicia, medio ambiente, derechos humanos, entre otros. Grecia ha dicho sí a la participación en la Unión Europea como un país autónomo más, no como una nación disminuida, violentada en sus derechos básicos, sometida en sus decisiones fundamentales. Este importantísimo NO al chantaje, la humillación y la sumisión, apuntala la posibilidad de construir horizontes para pueblos, colectivos e incluso personales signados por la autonomía. Y sin autonomía es imposible pensar en cualquier forma de democracia, libertad, soberanía.

            La etimología de la palabra autonomía proviene, de dónde si no, del griego: “auto” que significa uno mismo y “nomos”, norma. Más allá de las definiciones de diccionario, importa, sobre todo, ejercerla, integrarla en la vida de cada uno de nosotros, de cada una de nosotras, de barrios, ciudades, naciones. La autonomía es proyecto siempre, esto es, proyección imaginaria acicateada por su prima hermana, la utopía. Construirse como sujeto (individual o colectivo) autónomo significa hacerse cargo de sí mismo, de nuestro destino, constituirnos no sólo como sujetos de derecho (momento ineludible), sino como actores de nuestra propia historia. La autonomía tiene que ver, por tanto, con la posibilidad de construir nuestra propia historia, la del día a día y los buenos días, pero también la historia social, como sujetos plenos, libres, activos, contradictorios.

            Lo que viene para Grecia es muy difícil por los innumerables problemas internos y con la Unión Europea, el FMI, el Banco Mundial. Quizás el principal problema sea la división que irremisiblemente ha ocurrido en el país. Tanto los que votaron NO, como los que votaron SI, tenían en mente ideas similares, encauzadas por vías diferentes. Así es la construcción de la autonomía social (e individual): enfrentar y resolver problemas que, en el otro extremo, quizás no existirían (habría otros, mucho más graves). En el lado opuesto está la heteronomía. Y vivir bajo normas impuestas puede ser más cómodo, más sencillo, quizás por la fuerza de la costumbre, como dijo en el siglo XVI Étienne de la Boétie: “la primera razón de la servidumbre voluntaria es la costumbre” (El Discurso de la Servidumbre Voluntaria. http://tratarde.org/wp-content/uploads/2011/10/Etienne-de-la-Boetie-Discurso-sobre-la-servidumbre-voluntaria1.pdf).

            La autonomía se construye día a día. Los componentes imaginarios son de enorme relevancia, sin duda (hay que tener sueños que alienten las esperanzas, ideas que orienten las decisiones), pero también los componentes pecuniarios son absolutamente centrales. No hay autonomía política si no hay autonomía económica. No hay sujeto(s) autónomo(s) en dependencia financiera. La construcción de la autonomía pasa, obligadamente, por la generación y la distribución con equidad de la riqueza. Muchos proyectos sociales en pequeña, mediana y gran escala han fracasado precisamente por desdeñar, digámoslo como es, el dinero (o porque unos pocos se lo han robado).

            Es tiempo de quitar de las manos de los economistas la potestad que ejercen sobre el dinero. Su fracaso salta a la vista. El dinero es una institución social de primer orden que debe ser atendida desde varias perspectivas y diversos frentes, no sólo el estrictamente financiero. Es tiempo de que el FMI, el Banco Mundial y el sistema financiero en su conjunto sean sometidos a riguroso escrutinio y, aún más, obligados a modificar su funcionamiento puesto que los problemas financieros, ambientales, sociales, políticos, etc. del mundo son cada vez más complejos y estas añejas y rapaces instituciones no están a la altura de las circunstancias.

            Grecia dijo NO. Es tiempo de nosotros, de todos nosotros, de decir SI a Grecia, de estar con ellos, de salir a las calles… y de organizar una “vaca” a nivel mundial para apoyar su maltrecha economía. Es tiempo de que el grito autonómico de Grecia sea un grito colectivo mundial.

Atrás Mirada Crítica - 29 de junio 2015 - Ayotzinapa: nueve meses de impunidad y el caso "Hermoso Atardecer", entre otras noticias.
Cartel Land
Siguiente Cartel Land
Entradas Relacionadas
Comentario 1
  • Jose Maria Gutierrez

    Es claro que si no hay autonomía económica no hay autonomía. Hace años cuando se le pregunto al entonces Secretario de Educación Roberto Bravo, porqué estaba en contra de la autonomía, respondió la misma frase, si no hay autonomía económica no hay autonomía y se le presunto como superar ese obstáculo y dijo que el presupuesto de la Universidad debería corresponder a un porcentaje fijo del presupuesto global del gobierno del Estado y no al que graciosamente le concedieran cada año y además se lo administraran.

    Responder
    12 julio, 2015

Escribir comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *